Los cuentos de Maurice, y ese no es mérito de Maurice sino de su progenitor Ernesto, son picardía, audacia y desdén, por qué no, hacia lo precalculado. No son simples, porque no hay simpleza en contar la vida de un hombre, en armar a ese hombre y llenar de matices sus pasos. Pero tampoco son laberintos complicados de desentrañar. Supongo que los hombres lo entenderán y se identificarán con Maurice mejor que las mujeres, por esas diferencias de género que ya sean reales o inventadas casi siempre nos llevan a tomar posiciones distintas. Sin embargo, las mujeres, conocedoras de rejuegos, galantería, seducción y voluntad de acción, traducimos las historias de mil maneras diferentes, en las que al final sí encontramos cierto que “cualquiera es un Maurice” aunque no cualquiera tiene el arte que se requiere para desenmascarar a uno. Ernesto, ese arte es tuyo.
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Me alegro que te haya gustado mi aporte al "mauricidio" como lo llama Denis. Yo solo escribi la verdad. Un abrazo y ahi nos veremos.
Gracias por tu excelente reseña. Gracias por tu apoyo y amistad.