- Cría fama y acuéstate con mil.
- ¿Por qué nadie te para en el medio de la calle y te dice: “Pudiera darle una respuesta”?
- Amante, no hay cariño, se hace cariño al amar.
- Si me prestas atención, te la devuelvo con intereses.
- En mis ratos libres, soy esclavo de la creación.
- No soy aficionado a las opiniones profesionales.
- Estado civil: civilizado.
- Los libros de autoayuda solo ayudan a los que los escriben.
- Si los pintores son artistas plásticos, ¿los escritores son artistas de papel?
- Que tengas vergüenza ajena cuando debiera ser tuya.
- No, no tengo sentido del humor. Eso suena muy serio.
- Debieran inventar colorantes para las nubes.
- Ponerle GPS al tiempo para no perderlo
- Él: ¿Te cuesta tener un orgasmo? Ella: A mí no. A mis clientes, sí.
- La gravedad del asunto no le deja alzar la cabeza.
- Tu hilo conductor no debiera manejar borracho.
- Cómo hay lunáticos en la ciudad del sol.
- El objeto de la vida es volante y no ha sido identificado.
- Cae un pájaro. Rompe una nube. Yo siento lástima por los dos.
- Me iría para Siempre, pero no sé cómo llegar ahí.
- Al final del día lo único que importa es que empieza la noche.
- Lo malo de jugar con fuego no es que la quemada sea inevitable sino olvidar que la quemada es inevitable.
- El tiempo me ha dado la razón. ¿Y ahora qué hago yo con esa porquería?
- Las penas que a mí me matan son tontas y se atropellan.
- Aprenda a escribir leyendo. Curso intensivo de redacción. En la comodidad de su casa.
- Cría cuentos y se te secarán los ojos.
Archive for March, 2013
Cuando responder con un SÍ o un NO a una pregunta sería dar una respuesta incorrecta, usemos el Mu zen. Ni sí ni no. No es no el no, ni es sí el sí. El mu es la no respuesta, pero tampoco es la duda. Es, en verdad, la definición de lo indefinido o la indefinición de lo definido. Deshacer la pregunta. Deshacer la respuesta. Subirse al tren y quedarse en la estación mientras miramos cómo se queda atrás la estación desde la estación o cómo el tren se aleja cuando miramos afuera a través de la ventana del tren.
JUAN CUETO-ROIG
Un día lluvioso
Una noche fuimos felices en aquel motel. Llovía. No hay nada como hacer el amor mientras llueve. Me habló de sus planes. Me abrazó duro. Me dijo: “Parece que me estoy enamorando.” Yo no supe qué decir. Sí supe, pero no dije nada. Miré el cielo gris a través de la ventana. La besé. Me senté en la cama. De pronto sonó el teléfono. Mi esposa, preocupada, quería saber si me faltaba mucho para llegar.
Preocupada no, precavida; la esposa temía que fuera a sorprenderla con su amante.
La luz
…El señor abrió la ventana buscando la luz del día, pero aún era de noche, de modo que decidió salir a la calle y observar su cuarto iluminado a través de la ventana.
Cuando el señor llegó a la acera, se tropezó con el vecino de enfrente que le dijo: “Óigame señor, estoy harto de sus extravagancias; por favor acabe de apagar la luz o cierre la ventana, son las tres de la mañana y no he podido pegar los ojos”.
El juicio
…Lo último que le vimos hacer antes de que le cayera el techo encima fue lanzar el saco por la ventana, cuando llegaron los bomberos, les pedimos permiso para abrirlo y fue cuando nos dimos cuenta de que estaba lleno de libros, señor juez.
Y como entre los libros salvados por el occiso no había ninguno de Ernesto G., ni de Maurice Sparks, ni de Juan Cueto-Roig, los volvimos a echar a las llamas.