No vale la pena escribir. Lo he dicho miles de veces. Lo repito ahora que escribo y seguiré haciéndolo porque escucho voces que provienen de cuerpos a los que no puedo asesinar (de poder hacerlo, lo haría. Y digo cuerpos. Cuerpos). Son las tres de la mañana. Llevo dos meses sin dormir. Llevo el mismo tiempo escribiendo. A la semana intenté cortarme los dedos para dejar de teclear pero soy un cobarde. Todos los escritores lo somos. Además, somos miserables, mentirosos, vanidosos. Al ver la primera gota de sangre empecé a llorar. No fue el dolor lo que me detuvo. Fue observar una parte de mí abandonarme, temer que todo fuera a irse, que todo mi cuerpo se fuera y solo se quedara mi alma miserable. Temor de que aún sin dedos siguiera escribiendo. Es posible. Todo es posible.
Como poco. No lo necesito. Lo que necesito es dormir. No lo necesito, más bien lo extraño. Una noche hubo una tormenta muy fuerte y se fue la luz. Estuve a punto de quedarme dormido. Había tanta oscuridad. De pronto cayó un rayo en la casa de al lado y se incendió. La luz se coló por las ventanas y me puse de nuevo a teclear. He escrito miles de historias, pero los argumentos no cambian mucho. Estoy acabado. Pero no puedo parar. Ayer corté un tomate maduro y me lo comí con mucha sal. No había limón, una lástima porque me gustan mezclar estas tres cosas. También maté a un personaje que me estaba molestando (los personajes no son Cuerpos, gracias a Dios). Decía cosas muy estúpidas y quería imitarme. No sé, ciertas palabras que usaba, la manera en que miraba a las mujeres, su modo diabólico de tratarlas, no me quedó más remedio que asesinarlo. El pobre, no se lo esperaba. ¡Y la manera cruel en que murió! No les cuento porque un día lo leerán en el libro si lo llego a publicar. Mis dudas tengo. Siempre tengo dudas. Tú das dudas, me dicen. Y no es cierto. No las doy. Las soy. Soy una duda que camina. Bueno, que escribe. Extraño dormir. Una noche, mientras me masturbaba, sentí tanta debilidad que parecía que me iba desmayar. Si eso hubiera llegado a suceder, hubiera dormido una semana sin parar. Pero eyaculé con tanta fuerza (llevaba un mes sin hacerlo) que embarré las teclas de la máquina de escribir y me tuve que poner a limpiarlas. Mi pobre Underwood. No descansa.
El viernes pasado vino a verme el Editor. No habla. No me interrumpe. Solo se sienta frente a mí a observarme. Yo tampoco le dirijo la palabra. A veces recoge alguna que otra cuartilla (todas están regadas por el piso) y se pone a leer. Entonces hace unos sonidos guturales que no sé qué significan. No sé si le gusta o no lo que lee. Tampoco me importa. Quizás sí. Pero no dejo de teclear aun cuando no tenga nada que escribir. A veces escribo la misma palabra hasta el cansancio. El cansancio del Editor, que se aburre de escuchar el monótono sonido de las teclas y se va. Es la única vez que me dirige la palabra. Dice “Buenas noches, Maurice”. Se pone su sombrero, camina lentamente hacia la puerta (como si todo le pesara, o quizás esperando que yo le hable) y se marcha.
Me gusta, este relato se podría teatralizar, las imagenes salen de las letras ¿lo escribió Ernesto?
¡Ese mismo! 🙂 Ahora que lo dices, lo noto. Es medio teatral.
A mi tambien me gusta. Es agónico, pero una agonía divertida. Pobre Underwood!!! 🙂
Agonía divertida, !me gusta eso! 🙂
Sí, es tragicómico, me parece muy paródica además la parte de la tormenta y el rayo.
Gracias, Greity. Siempre un placer que pasas por aquí. 🙂
Mire compadre, déjese de filosofar y de pensar tanto. Si no quiere escribir, no escriba; y si quiere escribir, hágalo, pero sin tormentos, como coser y cantar, y siga el consejo que leí una vez en Diario de Cuba:
a llenar papel a base
de lo que sea, con tal
que sea: nada me
arredra a la hora de
escribir
Don Cueto, usted siempre dando buenos consejos. Es más, dejo de escribir, me voy a dedicar a coser y a cantar.
Buena narrativa….con peculiar voz Ernesto. Me gusta esta manera de narrar en el sobresalto, ….adelante con esa locura. Abrazos Ad.
Gracias, Ad. Vamos a ver qué sale. Un abrazo y mil gracias.
Sonidos guturales…
Su lectora
🙂
🙂