Archive for April, 2015

LA CARTA

Posted: April 26, 2015 in Uncategorized
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El cartero no me dejó la carta hoy. Tampoco ayer. O la semana pasada. La he estado esperando desde hace más de cinco años. Soy un hombre paciente. Eso de esperar se me da muy bien. Espero en este caso una carta muy especial. De modo que mi paciencia debe serlo también. Y lo ha sido. El señor que vive al lado me ha tocado a la puerta. Lo hace todos los días. Parece que quiere pedirme algo. Lo ignoro. Nunca le abro. No quiero que nada me distraiga. Vigilo al cartero, no vaya a ser que ponga mi carta, la carta, en el buzón equivocado. Un error mínimo, de un día, pudiera tener consecuencias imprevisibles. He comprado maní tostado. Me ayuda a concentrarme. Miro a través de la ventana. Unos niños juegan, pero nada me distrae. Ni los ruidos de la vida ni sus silencios. Un día ha de llegar esa carta. No permitiré que el cartero se equivoque. Vuelven a tocar a la puerta. Es mi vecino. Me enseña una carta dirigida a mí. Me dice que la dejaron en su buzón hace cinco años. Le cierro la puerta en pleno rostro y sigo mirando por la ventana no vaya a ser que el cartero regrese.

JARDÍN CONCRETO

Posted: April 25, 2015 in Uncategorized
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Tomo café, sentado afuera, los pies descalzos sobre el piso cubierto de hojas muertas. Porque no las barro me llaman abandonado, pero si a mí me gusta pisarlas, pa qué las voy a barrer. Recuerdo el jardín que ya no existe, el concreto ahora lo cubre. Pienso en esas raíces comprimidas debajo de la tierra, la tierra a su vez comprimida por el concreto. Me incomoda la palabra jardín, no es literaria, o lo es demasiado. Me incomoda que me incomoden ciertas palabras. Nada debe incomodarme. Pero pienso en esas raíces atrapadas debajo del concreto.

EL PLAGIO

Posted: April 22, 2015 in Uncategorized
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Augusto Monterroso me acaba de plagiar un cuento que él escribió antes.

EXUBERANTE DOMINIO DE LAS AGUAS

Posted: April 21, 2015 in Uncategorized
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Dibujo: Ernesto G.

Dibujo: Ernesto G.

Un corredor me avisa que ha llegado el diluvio mientras se seca las manos embarradas de agua maldita. No es sangre, me dice y se sienta sobre la roca. No se va, se detiene, no se va, indaga, palidece, y ruge, se queda dormido y sigue rugiendo, sueña, habla sobre la invasión de las aguas, nada podrá contenerlas, dice, nada, seremos un reino oceánico, azul, eso es terrible, ¿te imaginas?, ya no habrá olas.

LA LLUVIA

Posted: April 4, 2015 in corto, cortos, relato

1_See_ItEn esta casa estamos todos muertos. Yo soy el narrador pero no omnisciente porque tengo un desperfecto mental que me impide ver la realidad como los otros la ven, de modo que la verán como yo la veo, es decir, limitadamente. Un día empezó la lluvia. No sabemos qué caía del cielo, decir lluvia es un decir mal dicho, porque aquello en realidad no se sabía qué cosa era. Ya no pudimos salir más. Entonces empezamos a morirnos, poco a poco, cada quien a su modo, el mío fue más bien radical, claro, yo soy el tarado de la familia, y nosotros morimos así, dramáticamente. Mis hermanos se resistían a morir y usaban el intelecto, jugaban ajedrez e inventaban historias o recreaban las que habían leído para retrasar lo inevitable. Recuerdo una mañana en la que intentaron abrir la puerta. El ruido de la lluvia era tan fuerte que uno de mis hermanos quedó completamente sordo. Ese fue el primero en morirse. Dejó un día de ser, es decir, estaba pero no estaba, lo veíamos sentarse en una esquina del comedor junto a una planta artificial y no se movía de ahí, al parecer meditaba, pero los muertos no meditan y tampoco se babean. Yo no estoy muy seguro de lo que estoy diciendo pero me ha tocado a mí la tarea de narrarlo todo, ellos me lo pidieron antes de que se murieran. Que me hayan dado a mí esa función es incomprensible pero más incomprensible es que la lluvia nos haya robado la vida sin que nadie interviniera para darnos una mano. Porque de pronto todo el mundo desapareció, sólo se escuchaba el ruido de la lluvia y nos preguntábamos (o se preguntaban ellos porque yo no cuestionaba nada) qué había sido de todos, qué había sido de nuestros vecinos, qué había sido de la realidad, preguntas que no supe nunca entender, así que tampoco podría responderlas. Yo sólo estoy aquí para narrar y ver qué luces pueden arrojar ustedes sobre el asunto. La lluvia empezó el primer día de aquel año y no cesó, nunca cesó. Cuando me tocó morir, hice lo que me correspondía. Salí afuera a desafiar la lluvia. Pero extrañamente no la sentí, sólo percibí un silencio muy grande. Y me dije que eso no podía ser, que tenía que haber lluvia, que toda mi familia había muerto creyendo que la había. Fue entonces que subí a la azotea y me lancé desde allí solo para que hubiera lluvia, porque tenía que haberla.