El señor no pudo contenerse y saltó hacia el diminuto parque de ansiedades. María, cuenta hasta tres, María cuenta hasta tres y sueña que eres la grama de un estadio de béisbol. La grama, María, la grama. Es de suponer que suceda algo así en este sitio, pensó el señor y fue a sentarse a una esquina desde donde podía observar los extraños sucesos. Se mantuvo sentado por un buen tiempo hasta que lo empujaron hacia el centro del parque y le tocó a él desdoblarse en un sinsentido, pero no supo qué hacer y abrió los brazos y los ojos y se puso a girar. Alguien dijo es un tiovivo y él pensó que se burlaban y giró con más fuerza. Alguien dijo ah es un ventilador y él se molestó aún más. Y se puso entonces a girar con todo y de repente se volvió invisible. Cuando cayó desfallecido, alguien dijo ah el pobre, no sabe ser feliz.
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