El acueducto romano y las flores amarillas que apestan. Un libro abierto en la página 335. Los otros libros, cerrados, el olor a café cubano cultivado y molido en Colombia. El hombre se sienta a descubrir, a describir, a reincidir. Un oficio ejercido desde la terquedad. Los corchos flotan, se dejan llevar. No ha dejado de llover. Las plantas, agradecidas, crecen; el hombre lee el periódico: el diario de la calle del muro. El candidato presidencial quiere construir un muro. El hombre quiere escribir un cuento. Pero llueve, no ha parado de llover, es el ciclo, se dice y vuelve a la cocina a tomar café como si esto fuera a cambiar algo. Agua, azúcar, granos molidos, calor: café. Una receta sencilla, piensa el hombre mientras se distrae leyendo titulares. De pronto escucha una canción que viene de lejos y piensa que todas las canciones vienen de lejos. Se va al sitio de donde procede la canción y mira la escena: un hombre tomando café mientras lee el periódico entre flores amarillas. Un libro abierto en la página 335.
“El hombre se sienta a descubrir, a describir, a reincidir…”
¡Excelente línea, certera y real! Muy buen relato.
Gracias, Michael, un abrazo y un gusto verte por aquí.