Hace lo posible por cuidar el medio ambiente. Su miedo, que es ya su ambiente, es que cada acción para proteger la naturaleza tenga efectos nocivos insospechados. No usar platos desechables, por ejemplo. El detergente de fregar la loza termina contaminando el manto freático. De modo que se preocupa y tanta preocupación conduce a una salida extrema: debe morir, para salvar el ambiente, debe morir. Se va a un campo de tomates, se echa en un surco, se corta las venas para que su sangre fertilice las plantas.
La cosecha de ese año sobrepasa, en calidad y calidad, a las de años anteriores. El dueño del sembrado le achaca el éxito a un pesticida chino que había comprado unos meses atrás y decide triplicar la dosis el próximo año.