Un poema es una simple ecuación, me dijo mientras se tomaba una cerveza barata. Sus manos temblaban no tanto por la temeridad de lo dicho sino por la frialdad de la botella. Junta palabras, suma emociones, logra un producto. Gagueaba, sus ojos perdidos en la distancia, quizás buscando una respuesta que ya había encontrado. Tienes razón, le dije mientras me servía otro trago de ron. Alguien empezó a cantar a lo lejos, una canción ranchera sin duda, y yo me fui evaporando hasta desaparecer.