A estas alturas del juego, el juego ha caído muy bajo. Ya nadie cree en nada, más bien todos se apasionan zómbicamente y gritan guiados por el último grito del trending topic, como invocados por un comando de software. Vivimos en el Matrix, en un circuito narrativo manejado con mucha precisión por ingenieros de software desde algún sitio de la galaxia. Dios sí existe: es un experto en cibernética.