Alguna culpa han de tener las víctimas. Algún peso que explique por qué se hunden. La sal de los océanos que cruzan las abrazan. El aliento de la muerte las recibe en las junglas. Alguna culpa han de tener las victimas. Algún deseo indescifrable de sucumbir. Ya nadie las escucha, nadie las escuchó jamás: cabalgan solas a través del silencio entonando cantos desafinados, sumidas en grises tragicomedias. Alguna culpa han de tener las víctimas, dicen a coro los victimarios.