Mañana fría de domingo en Miami. Abro las ventanas para que entre el aire contaminado, pero fresco, de la calle y apago el ahora innecesario acondicionante aire acondicionado. Friego unas copas de vino y me hago un café. Leo “La Virgen de los sicarios”, de Fernando Vallejo. Me digo que tengo que escribir, que debo sentarme a hacerlo, obligarme a hacerlo, que no hay que pensar tanto las cosas y echarle ganas al asunto. There’s nothing to it. Just sit and do it. Una frase me viene a la mente, que es como una orden de Van Gogh y Hemingway a la vez: escribe con los colores. What’s that supposed to mean? No hay manera de armar una historia con esa frase. Me levanto y escribo un cheque.