Podemos escribir sobre cualquier cosa, pero escribir es seleccionar, fijar la vista en lo significante, buscar esencias en lo insignificante, jugar con el lenguaje, adorar sus ritmos, endiosar sus diabluras, eternizar lo efímero, efimerizar lo eterno (neologismo necesario). Abro una puerta y más allá del perfil de un rostro desconocido, encuentro una historia. He estado silente. He callado hasta el dolor. Pero no hay manera de olvidar mi canto, ni el silencio puede apagar (extinguir) sus ecos. He mirado sin paz la paz de los sepulcros. He sepultado la voz pero no el impulso. Es hora de ser segundo en lo primero. Elegantemente me reincorporo.
Archive for December, 2018
Un día escritor inventó un verbo y decidió registrarlo en la Oficina de Patentes del Estado. Fue un proceso engorroso como todo lo relacionado con estos asuntos burocráticos donde se requieren formularios, firmas y el visto bueno de notarios y funcionarios públicos. Pero finalmente lo logró.
De ahí en adelante cada vez que alguien quería usar el verbo, tenía que pedirle autorización por escrito y por lo menos con dos meses de antelación, además de pagar una suma considerable. Con el tiempo el escritor dejó de escribir ya que se acostumbró a vivir del verbo que había patentado.
Hasta que un día el verbo cayó en desuso cuando la Real Academia lo consideró un barbarismo anticuado. Entonces el escritor trató de inventar uno nuevo pero ya no sabía cómo. Además, tenía competencia. Otros escritores le habían cogido el gusto a eso de vivir de verbos patentados. Después de pasar años en la más oscura insignificancia, se le ocurrió una brillante idea: trabajar en la Oficina de Patentes del Estado.