Podemos escribir sobre cualquier cosa, pero escribir es seleccionar, fijar la vista en lo significante, buscar esencias en lo insignificante, jugar con el lenguaje, adorar sus ritmos, endiosar sus diabluras, eternizar lo efímero, efimerizar lo eterno (neologismo necesario). Abro una puerta y más allá del perfil de un rostro desconocido, encuentro una historia. He estado silente. He callado hasta el dolor. Pero no hay manera de olvidar mi canto, ni el silencio puede apagar (extinguir) sus ecos. He mirado sin paz la paz de los sepulcros. He sepultado la voz pero no el impulso. Es hora de ser segundo en lo primero. Elegantemente me reincorporo.