Entro a un McDonald’s. Tengo deseos de comer un hash brown acompañado de un vaso de leche. Me siento como un traidor a la causa de la buena salud. Hoy no hay escuela y el lugar está lleno de niños con sus abuelos. Veo a un joven sentado en una esquina. Lleva ropas sucias. A su lado derecho, apoyada en la pared, una vara de pescar. Parece homeless. Un abuelo con su nieto se le acerca. Hablan algo y se acercan a la cajera. El abuelo le compra un desayuno al joven, se despide de él y sale del local con una sonrisa en su rostro. De la mano lleva a su nieto, que también sonríe.