Archive for the ‘relato’ Category

Pertenezco a un club de veganos anónimos y nos reunimos todos los viernes por Zoom ahora que hay cuarentena. Tomamos zumo de limo mientras conversamos animadamente por Zoom. Mayormente compartimos recetas y hablamos de nuestras amargas experiencias con los que aún son carnívoros ya que son gente muy agresiva y poco tolerante de la que tenemos que protegernos, por eso utilizamos seudónimos y nos cuidamos mucho sobre todo en Facebook donde si cuelgas una simple foto de tu almuerzo y no incluye un animal muerto, el que podrías terminar muerto eres tú. Utilizamos ciertas estratagemas para despistar a los carnívoros. Colgamos fotos de lo que parece ser manjares de carne. En realidad, no lo son. Son simulaciones de carne que compramos en una tienda online que se especializa en este tipo de props para veganos. A veces posamos en lugares salvajes como el Palacio de los Jugos y sonreímos alegres a la cámara mientras supuestamente nos sirven un plato de arroz, frijoles negros, bistec y papitas fritas. Pero lo que no saben es que tenemos una vegana infiltrada en el restaurante que se presta para la foto y hace como si nos sirviera esas asquerosas comidas. A veces animamos a los miembros del club que viven con carnívoros y son víctimas de la sorna agresiva de estos seres inferiores. Pero no todos son momentos tristes. Hay momentos muy excitantes como cuando alguien descubre algún vegetal exótico y describe su sabor. Las descripciones son muy precisas porque los veganos desarrollamos el paladar incluso mucho más que los catadores de vino. A veces también hablamos de política porque nos interesa mucho tratar de infiltrar una gran cantidad de veganos en las más altas esferas del poder para que así podamos seguir empujando nuestra agenda a favor de un mundo más civilizado donde los animales no sean parte de la dieta humana. Pero actuamos en silencio porque en silencio ha tenido que ser debido a la agresividad de los carnívoros y porque evitamos que salgan a la luz nuestros deseos de ser sombra.

LA LLUVIA

Posted: April 4, 2015 in corto, cortos, relato

1_See_ItEn esta casa estamos todos muertos. Yo soy el narrador pero no omnisciente porque tengo un desperfecto mental que me impide ver la realidad como los otros la ven, de modo que la verán como yo la veo, es decir, limitadamente. Un día empezó la lluvia. No sabemos qué caía del cielo, decir lluvia es un decir mal dicho, porque aquello en realidad no se sabía qué cosa era. Ya no pudimos salir más. Entonces empezamos a morirnos, poco a poco, cada quien a su modo, el mío fue más bien radical, claro, yo soy el tarado de la familia, y nosotros morimos así, dramáticamente. Mis hermanos se resistían a morir y usaban el intelecto, jugaban ajedrez e inventaban historias o recreaban las que habían leído para retrasar lo inevitable. Recuerdo una mañana en la que intentaron abrir la puerta. El ruido de la lluvia era tan fuerte que uno de mis hermanos quedó completamente sordo. Ese fue el primero en morirse. Dejó un día de ser, es decir, estaba pero no estaba, lo veíamos sentarse en una esquina del comedor junto a una planta artificial y no se movía de ahí, al parecer meditaba, pero los muertos no meditan y tampoco se babean. Yo no estoy muy seguro de lo que estoy diciendo pero me ha tocado a mí la tarea de narrarlo todo, ellos me lo pidieron antes de que se murieran. Que me hayan dado a mí esa función es incomprensible pero más incomprensible es que la lluvia nos haya robado la vida sin que nadie interviniera para darnos una mano. Porque de pronto todo el mundo desapareció, sólo se escuchaba el ruido de la lluvia y nos preguntábamos (o se preguntaban ellos porque yo no cuestionaba nada) qué había sido de todos, qué había sido de nuestros vecinos, qué había sido de la realidad, preguntas que no supe nunca entender, así que tampoco podría responderlas. Yo sólo estoy aquí para narrar y ver qué luces pueden arrojar ustedes sobre el asunto. La lluvia empezó el primer día de aquel año y no cesó, nunca cesó. Cuando me tocó morir, hice lo que me correspondía. Salí afuera a desafiar la lluvia. Pero extrañamente no la sentí, sólo percibí un silencio muy grande. Y me dije que eso no podía ser, que tenía que haber lluvia, que toda mi familia había muerto creyendo que la había. Fue entonces que subí a la azotea y me lancé desde allí solo para que hubiera lluvia, porque tenía que haberla.

El árbol

Posted: May 31, 2014 in relato
Foto: Ernesto G.

Foto: Ernesto G.

Presentía el dolor. Se sentó debajo de un árbol y supuso que allí lo olvidaría todo. Agarró tierra con las dos manos y se la restregó por el rostro. Esto a veces funcionaba. También se detuvo a observar sus uñas sucias, o lo que quedaba de ellas. La tierra no es uniforme, está compuesta de partículas de disimiles formas y colores, dijo en voz alta como si dictara una conferencia en una importante universidad ante miles de alumnos a los que les interesaba saber de esos temas. Hacía mucho tiempo no daba clases y lo extrañaba. Tal vez su vanidad lo echara de menos, la vanidad de ser escuchado. O quizás era la humildad de reconocer su ignorancia cada vez que impartía una clase. La vanidad es un árbol que no da frutos, pero da sombra. Tiene raíces muy superficiales y se cae cuando lo bate el más débil de los vientos. La humildad es ese mismo árbol en el invierno. Se preguntó a quién le hablaba si allí no había nadie. Hacía rato que ese sitio estaba abandonado. Todos los negocios habían cerrado después de la última crisis. Disfrutaba sentarse allí no sólo por la tranquilidad o la sombra del árbol o la tierra disponible sino por la destrucción que lo rodeaba: las paredes descoloridas, los techos caídos, las ventanas rotas, los grafitis. La decadencia tiene cadencia, es con ese ritmo que me muevo yo. Esto nunca lo hubiera dicho delante de sus alumnos. O quizás sí, pero lo hubieran tomado como un chiste de un profesor loco al que le gustaba decir frases disparatadas para hacer las clases más entretenidas. Unas partículas de tierra habían caído en su boca. Trató de hallarles sabor, pero sólo sabían a tierra, es decir, a nada. Del polvo venimos y al polvo regresamos. Polvo en el tiempo, no en el viento. Se echó en la hierba y se quedó dormido. Lo despertó el zumbido de una abeja que se había acercado peligrosamente a su rostro. Antes no eran tan agresivas, pensó. Abrió la mochila y sacó un sándwich de queso. Tenía hambre. El queso sabía a queso, el queso es algo, el pan sabía a pan, el pan era algo que debía ser multiplicado. No como el dolor. El dolor era nada, como la tierra. O lo aniquilas o te aniquila. Esa era su disyuntiva. Cuando empezó a llover, se refugió en uno de los comercios. La puerta estaba abierta de par en par. No había nada que vender, no había nada que proteger. Inspeccionó el lugar. Olía a orina, a humedad, a mierda humana y animal. Sintió deseos de vomitar pero se contuvo. Si puedo contener el vómito, puedo hacer lo mismo con el dolor. Pero aunque sabía qué le provocaba el vómito, no podía determinar qué causaba el dolor. A través de una de las ventanas aún podía ver el árbol inservible que no daba frutos pero sí mucha sombra. Se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra la pared y volvió a quedarse dormido.

The Story of You

Posted: December 21, 2013 in relato

Foto: Ernesto G.

Not sure why I’m here today. Not sure why I decided to pick up the phone when you called. I was having one of those days. You know what I’m talking about. You have seen them, lived them with me. You were different then. You cared. Now you do, but it doesn’t feel the same way. It seemed authentic back then. Now it feels as if you care because you want me back. It’s an exchange. It wasn’t that way before. It felt natural. Like you were meant to care for me, and I was meant to care for you. Nothing was an imposition. Nothing was arranged or planned. It happened when it had to happen and that was it. I´m not sure when it stopped being that way. Not sure when we started planning things. Not sure when it became a chore.

When I sometimes say I’m thinking about you, what I mean is I’m thinking about the person you were when we were together. That person is gone and so is everything else. That’s why I never call you or want to see you. You are a sad reminder of who you were. I cannot simply deal with that. It’s as if I was talking to a wax museum piece. The resemblance is there, but that’s all there is.

I ordered a glass of wine for you. I will have some iced tea. Yes, I quit drinking. Liver problems. Funny name for an organ. The liver can kill you. Not really the liver, but what we do to it. I have new friends now. They don’t drink. I know you are still hanging out with the same people. Is that new guy treating you right? He looks like a good man. You have to take care of him. I know. None of my business. But you know I can’t help it. You were good to me. You took care of me. I was a pig. I left you when you needed me the most. I know. But shit happens. I´m shit. And I happened. Yes, that´s the same wine I ordered the day we met. Of course, I remembered. How could I forget? But that´s all in the past. It should stay there. That’s where it´s safe. It’s like my liver. It´s safe when I keep it away from alcohol.

I’m still taking pictures. The best hobby I ever picked up. It keeps me away from other temptations. It’s true. Don’t laugh. When I take pictures, I stay relatively distant from everything. That´s how I like it nowadays. I observe, take the picture, and disappear. I take something with me but do not have to give anything away. No, I do not photograph people. I do not want to bring their emotions home. I photograph buildings, old houses, trees… Those are safe. Right now I wouldn’t want to take a picture of you. You look sad, distant. I wouldn’t want anyone to take a picture of me now, either. I can´t see myself, but I know what my face is showing right now. I don´t want to be here. Neither do you. Who are you? Who am I? What keeps us together is the past. Who we were when we were together. I saw the building where you used to work the other day. It reminded me of someone you are not anymore. Please finish your drink. I want to go home.