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MCDONALD’S, 1400 SW Eighth Street

Posted: January 7, 2023 in Crónicas
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MCDONALD’S, 1400 SW Eighth Street
¿Y cuánto cree usted que vende este McDonald’s al año?, me pregunta la manager al notar mi reacción ante la cantidad de cajas de panes y otros alimentos que un camión acaba de dejarle a un costado del local. Son millones. Recuerde que estamos en la Calle Ocho. Aquí se vende bien. De todos los McDonald’s en que he trabajado este es el mejor. Se lo puedo asegurar. Es franquicia. No es de la corporación. El dueño original era cubano y hace un tiempo lo heredó su hijo. Y a los turistas le encanta venir aquí. Imagínese, ¡es un McDonald’s con guayabera!

Al salir hoy en la bicicleta me lo encontré en una casa del barrio podando matas. Le dije que si podía hacer lo mismo con una cerca de clusias que necesita poda en mi casa. “Tome mi número y envíeme la dirección que yo paso por allá más tarde”.

Cuando llega a mi casa, me dice: ”Esto hay que podarlo con machete pa que quede bien”. Entonces procede a darme una lección de cómo usar el machete para evitar cortarse una pierna. “Se lo digo pa que usted sepa no más cómo se hace”.

Le echa un vistazo a la cerca de clusias, que está bien tupida y mide unos 80 pies de largo, y me dice: “Por esto le cobro 30 dólares. Y si quiere que me lleve la basura, con unos diez dólares más tiene”.

Lo miro y le digo: “Yo le voy a pagar 80”.

Me dice: “Gracias. Mi nombre es Dante. Pa servirle”.

En menos de quince minutos él y su mujer han terminado el trabajo. Me despido, les pago y les doy dos botellas de agua.

“Hace un calor infernal en Miami”, me dice al subirse a su camioneta.

CUENTO DE HADAS EN LA PEQUEÑA HABANA

Tendría unos 28 años. Era delgado, alto, casi cadavérico. Llevaba puesta una caperuza roja. Caminaba encorvado hacia adelante, como si su intención fuera entrar con la cabeza primero y ganar una carrera imaginaria. Llevaba un palo de madera en ambas manos. Se detuvo en la esquina al ver un globo de cumpleaños que rodaba por la calle arrastrado por la brisa de la mañana. Golpeó el globo con los dos palos al unísono con la intención de explotarlo, lo que logró al tercer intento. Al verme, me gritó desde lejos: “Si ve al lobo feroz dígale que fui yo el que explotó el globo”. Y desapareció.